Alsia miró al resultado de su acción, y sintió vergüenza ante el chapucero final. Por fortuna, su víctima había estado lo bastante bebida como para no poder defenderse, y la mucha sangre brotando del cadáver era el único elemento móvil en toda la escena de caos en la que sabía que su delicada figura era un macabro juguete más.
Había estudiado mucho a las prostitutas. Conocía todas sus artes, y quizá incluso había superado a algunas, pero aún le quedaba mucho trabajo si quería llegar a su destino final. Y no se trataba simplemente de vestir y pintarse como ellas, sino de emular exactamente todos sus movimientos y gestos, algo que le había costado muchísimo entrenamiento.
Localizó las ropas del hombre, y registró en busca de su dinero, y bufó con insatisfacción por el escaso botín alcanzado: apenas quinientos dineros que habría que tenido que gastar en deshacerse del cadáver, aunque en ese sentido casi tenía que agradecerle a las bandas la violencia desmedida por las calles: nadie se preocuparía por un cadáver más.
Hacía mucho tiempo que quería acender a víctimas de más nivel social, y no desgraciados bebidos y fumados, pero eso representaba una dificultad enorme que aún le provocaba pesadillas. Se había impuesto una prueba: cuando consiguiera ejecutar a tres personas seguidas sin que se dieran cuenta, entonces subiría de rango… y había fallado en la tercera. ¡Otra vez tenía que empezar!
Para colmo aquel desgraciado le había arrancado la ropa y se había visto obligado a ver la condena de su mismo cuerpo, ese que los dioses le habían dado como castigo de los crímenes que cometiera en su vida anterior y del que pensaba en librarse tantas veces; ese pene cuya erección no podía controlar, y que era su pozo, no solo de su autoestima, sino también de su deseo de venganza. Ese detalle en el que hasta la prostituta más zafia y fumada, en el que la furia más golpeada siempre lo superaría.
Miró al cadáver. Por lo menos ambos conservaban la erección, y no había nadie por el lugar, ni iba a haberlo en un rato. Se puso a horcajadas sobre él, cerró los ojos y se concentró. Al menos aún intentaría pasar un buen rato. Después tendría tiempo de sobra para sentirse miserable.
Hechos ocurridos justo después de la 2ª partida de Noches de Sangre en Nased
Por Hno. Verion
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