Ahhotep siempre ha pecado de ser una ingenua y esta noche lo acaba de demostrar. Ella no está hecha para esos trámites con funcionarios, sólo entiende de espadas y de matar al que le pongan por delante y eso es lo que ha hecho. Pero, hoy, nuevamente, anda detrás de su amo dócilmente y escoltada por sus guardias.
Camina cabizbaja mientras llega a las chabolas, las rejas se abren y Ahhotep vuelve al agujero inmundo que le reclama una y otra vez.
Por Hna. Minea
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